Un soldado, en el frente de la guerra, le dijo a su teniente: ‘Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo’. ‘Permiso denegado -replicó el oficial-. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto’. El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial se puso furioso y exclamó: ‘Ya le dije yo que había muerto ¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena ir allá por un cadáver? Y el soldado, moribundo, respondió: ¡’Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: ¡Estaba seguro de que vendrías! Tener amigos es algo maravilloso, porque la amistad es un don de Dios. Las oportunidades para encontrar amigos surgen espontáneamente en muchas situaciones cotidianas. La amistad cuando es verdadera es desinteresada, pues consiste más en dar que en recibir; no busca el beneficio propio, sino el del amigo.
“Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano.” Demetrio de Falero (350 AC-280 AC)
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