Me ilusioné con un hombre ideal,
nadie como él podría reemplazarlo,
busqué en las amistades posibles…
Vestida y alborotada quedé,
el hombre ideal no era real,
así que decidí ser feliz
con la persona adecuada.
En ese mundo ideal
nunca hay trabajo disponible,
los profesores ideales
siempre están dando clases
a la nada,
los jefes ideales existían
solo en mi imaginación.
Me di cuenta
que a los cambios debía
adaptarme,
sobrellevar algunos desacuerdos
y en el trabajo quedarme.
En el camino busqué la familia ideal,
pero al ser yo imperfecta,
aunque los demás fueran ideales,
de alguna manera
yo rompería la ilusión,
tal vez fallaría
y las cosas no serían igual.
Así que dejé de buscar
la familia ideal
y decidí cooperar
en dar a mis seres queridos lo mejor de mí,
en comprender a los demás,
en disfrutar el caminar,
aunque no sea todo ideal.
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