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Los débiles nunca pueden perdonar. El perdón es el atributo de los fuertes.
La verdad es que, a menos que lo dejes ir, a menos que te perdones a ti mismo, a menos que perdones la situación, a menos que te das cuenta de que la situación ha terminado, no puedes seguir adelante.
Errar es humano, perdonar es divino.
El perdón es un acto de la voluntad y la voluntad puede funcionar independientemente de la temperatura del corazón.
El verdadero perdón llega cuando se puede decir: “gracias por esa experiencia”.
El perdón es la fragancia que la violeta arroja sobre el talón de aquel que la ha aplastado.
El perdón no es un acto ocasional, es una actitud constante.
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Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres.
El perdón no tiene nada que ver con absolver a un criminal de su crimen. Tiene que ver con el alivio de la carga de ser víctima, dejar ir el dolor y transformarse de víctima en sobreviviente.
Es importante que nos perdonemos por cometer errores. Necesitamos aprender de nuestros errores y seguir adelante.
El perdón libera al perdonador. Extrae al que perdona de la pesadilla de otra persona.
Perdonar significa perdonar lo imperdonable.
Perdón es el nombre del amor practicado entre las personas que no saben aman. La dura verdad es que todas las personas aman mal. Necesitamos perdonar y ser perdonados cada día, cada hora, cada vez más.
Los estúpidos no perdonan ni olvidan; el ingenuo perdona y olvida; los sabios perdonan, pero no olvidan.
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